domingo, 9 de octubre de 2011

La señora

 El siguiente relato que les voy a contar acaeció hace mucho tiempo en la ciudad donde nací y viví hace unos años. Me encontraba cursando el tercer semestre de Derecho y, como la economía no me sonría, debía dar clases particulares de Lenguaje a un niño cuyos padres me contactaban para enseñarle y ayudarle a hacer sus deberes. Sus padres eran aquellos que siempre celebraban francachelas los fines de semana en su casa de campo.

Una vez me invitaron porque era el cumpleaños de el papá y también tenía que ayudar a su hijo a hacer un trabajo. Así que voy a su casa apartada de la ciudad, trabajo con el niño y terminamos el trabajo. Luego el niño va a reunirse con sus amigos de la misma edad y yo quedo libre para compartir unos tragos con los dueños de la casa y los invitados.

Debo mencionar que no tengo la apariencia de un galán de telenovelas ni de actor de Hollywood pero creo que tengo una personalidad ligeramente interesante la cual, sumada con mis 20 años de edad, causaba que las señoras de la reunión me jugaran pícaras bromas y me hicieran sonrojar un poco. Me sacaban a bailar y me decían cosas al oído que me encendían un poco.

Pasaban las horas y el alcohol empezaba a hacer efecto en la mayoría de personas, en especial a la señora de la casa que empezaba a acariciarme y darme besos en la mejilla. Era una señora de cuerpo esbelto a pesar de su edad y de haber tenido dos hijos. Mi piel se tornaba fría por el solo hecho de pensar que me estaba insinuando. A las 3 am ella y su esposo tuvieron una fuerte discusión y terminaron separándose por diferentes caminos. Luego la señora me acompaña y nos quedamos solos conversando de cosas que no recuerdo y, en un descuido, me planta un beso. Me quedé ensimismado y, siendo sincero, con los tragos sentí el beso agradable pero no pasó nada más por el momento. Luego me fui a servirme un Whisky en las rocas y de pronto me di cuenta que, por no estar tan acostumbrado a tomar, estaba empezando a darme mucho sueño y me estaba quedando dormido en una silla.

La señora se dio cuenta que estaba cabeceando y me preguntó si quería descansar y asentí con la cabeza. Me dijo que fuera a una habitación que estaba en la parte posterior de la casa y yo como un zombie la seguí. En la habitación había una cama bastante amplía y caí de espaldas, me tapé con la cobija sin ni siquiera quitarme los zapatos por lo ebrio que estaba y de pronto siento que hay alguien a mi lado y reacciono rápidamente para darme cuenta que la señora estaba quitándose la última prenda de ropa. Sentí tanto asombró que no me excité y más bien le pedí que se retirara, que no quería meterme en  problemas y otros argumentos que no valieron la pena exclamar. Al final me dijo unas palabras que terminaron siendo la llave para darle lo que quería "Házmelo ahora mismo... ¿o no puedes?". Al escuchar estas palabras, como soy alguien que se prende con las palabras sucias, mi cuerpo sintió un escalofrío y me excité en un instante, notándose mi bulto totalmente erguido. Empecé a acariciarla de mil maneras, mi lengua recorrió todos los rincones de su cuerpo disponibles; esto le generó espasmos y la abundancia de sus fluídos corporales cuyo olor me enloquecía y excitaba más. Busqué sus labios y mientras rozábamos nuestras lenguas, la penetraba sin piedad hasta hacerla gritar descaradamente, gritar como una loba en celo hasta que los demás invitados la escuchen sin atreverse a interrumpirla.

La penetré en muchas posiciones diferentes que había aprendido a lo largo del tiempo, ela vociferaba palabras sucias cada vez que lo hacía; y cuando estuve a punto de quitar mi verga para eyacular fuera de ella, me abrazó bruscamente y me dijo: "quiero todita tu leche dentro de mí", esas palabras me tornaron a un animal salvaje así que tuve que complacerla. Cuando mi espeso y caliente semen se había esparcido dentro de ella, dio un excitante gemido de satisfacción y yo terminé exhausto. Ella me besó y se quedó dormida con su cabeza sobre mi pecho.

Como quedamos muy agotados por el magnífico encuentro sexual nos quedamos dormidos abrazados. Yo tengo el sueño ligero, así que me desperté a las 7 am, durmiendo solo 3 horas. Rápidamente me di cuenta del desorden y el cuerpo satisfecho de mi amante, salí desapercibido de la casa y tomé un taxi hasta mi casa. No volví a darle clases al niño y me cambié de número telefónico en pocos días.

Han pasado 10 años, ahora vivo en París trabajando como periodista y no sé que habrá pasado desde aquel encuentro sexual. Estoy seguro de que su esposo sí se enteró de lo que pasó, pero espero con toda sinceridad de que no haya causado la ruptura de su hogar.

4 comentarios:

  1. soy lector tuyo y me veo en la obligación de decirte que saben mejor los relatos que haces con descripción detallada... este, que es más como un recuerdo, no me trajo nada. a mi parecer fue muy lineal, sin quiebres... pero eso no quita tu calidad de escritura.

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  2. Concuerdo con el señor Anónimo, se siento bastante lineal esta historia; además de que se siente que le das el corte rápido en las últimas líneas.
    Aún así, te confieso que mis relatos favoritos son los de sexo con mujeres maduras :3

    ¡Saludos!
    Atentamente: Reinhardt Langerhans

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  3. Hola es la primera vez que te leo, me gusto el relato aunque me "sonó" inverosimil.

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  4. Hola, gracias por el interés y el gusto :). A ver, todos los relatos aquí son ficticios y cualquier parecido es mera coincidencia. Este fue el relato que menos le gustó a mis lectores ajajajajajja. Anímate a leer aquellos que están en la columna derecha del blog. De nuevo, gracias por leerme.

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