domingo, 28 de agosto de 2011

Laura

Este relato es la segunda de dos partes. Se recomienda leer la primera: Evan

Empecé a ponerme gélida y a temblar un poco por la sensación de pánico de escuchar que sus labios me digan que tiene una de esas enfermedades venereas.
-¿Qu-qu-qué pasa?
-Tranquila, no te he contagiado nada.
Sentí un alivio tremendo pero fue reemplazado por la sensación de verguenza y ensimismamiento.
-Es sobre Laura
-¿Qué pasa con Laura?
-Bueno, ella... digamos que tiene un extraño fetiche.
-¿A qué te refieres?
- Alrededor de esta sala hay cámaras colocadas en diferentes ángulos.
.¿Quieres decir que todo lo que hemos hecho a sido filmado?
- Sí, es que, digamos que a Laura la única cosa que la pone muy cachonda es verme haciéndolo con otra persona.
Estaba completamente anonadada, ¡¿Qué clase de mujer en su sano juicio le prendería ver a su pareja haciéndolo con otra persona?!. Todavía desnuda, me preparo para levantarme pero Evan rosa su mano delicadamente por el centro de mis senos.
- ¿Ya te vas? Pero si acabamos de empezar.
-Lo siento pero ya tengo que irme, ya he visto o, mejor dicho, ya han visto suficiente. Dije gritando como si Laura me fuera a responder.
-¿Quieres que te lleve en mi auto? Ya es muy tarde para que te vayas sola por estas oscuras calles.
-Mejor consígueme un taxi, Evan.
-Como quieras.
Así que cogí mi ropa sosteniéndola con mis dos brazos tapando casi todo mi cuerpo y me fui al baño a vestirme.

Llegué a mi apartamento aún sorprendida con lo que había escuchado, ¿Laura? increíble. Me vestí con pijamas y me tiré a mi cama pero no pude dormir. Todo el día pensando en lo ocurrido, en la excitante y placentera escena que viví con Evan (fue mejor de lo que me imaginaba), en el extraño fetiche de Laura, ¡qué perturbador!. No sé con qué cara la veré mañana en el trabajo. Poco tiempo después, sin darme cuenta, me quedé dormida.

A la mañana siguiente me levanté con una horrible jaqueca, fui a ducharme y me quedé dormida mientras el agua salpicaba en mi espalda. Cuando desperté tenía mucho frío y cogí mi toalla para salir a cambiarme, tomar el habitual café, y salir disparada al trabajo.

Llegué al trabajo y todavía no habían llegado muchas de las meseras. Así que me fui a poner el uniforme en el vestidor. Me quité la ropa con que salí de mi casa con tranquilidad y, sin darme cuenta, Laura había llegado también algo apurada. "Esta mañana estuve muy cachonda y le pedí a Evan uno de esos polvos mañaneros". Fingí una sonrisa y le seguí la corriente mientras me vestía. "Tienes tanta suerte de tener un hombre cerca" le dije, mientras notaba que miraba mis nalgas de reojo. "Y con un tipo tan atractivo como Evan...caray, tienes que cuidarte de las zorras". "Ni me lo digas, abundan mucho en esta ciudad" me respondió de forma graciosa. No quise preguntarle por qué faltó al trabajo porque sería escuchar una mentira estúpida y seguramente mal hecha.

Durante todo el resto del día casi ni le dirigí la palabra porque llegué a tenerle recelo. Me estaba mirando constantemente, como si no tuviera ropa y deseara acostarse conmigo. No podía seguir trabajando así pero no podía renunciar tampoco porque recibía un buen salario. Cuando la jornada de trabajo terminó, ella se acercó y me dijo: "¿te pasa algo, Clara? me parece que me estás evitando". "No, por favor no pienses eso" le mentí. "Está bien, colega, después de todo nunca me has mentido. Oye, qué te parece si te vienes a mi apartamento este sábado por la noche, haré una fiesta por el cumpleaños de Evan". ¿Era enserio el cumpleaños de Evan?, pensé y, para no quedar mal, acepté la invitación con una sonrisa. "Claro, estaré ahí".

La semana se pasó rápidamente para mi infortunio y llegó el sábado como de sorpresa. Ese día me levanté para irme a la lavandería pero esta vez muchas de ellas funcionaban y había un anciano que nunca había visto. Metí rapidamente mi ropa a la lavadora, la hice funcionar con un par de monedas y esperé junto al anciano que, insolentemente me dijo "¿Es cierto que las tías de hoy en día son bien cachondas?. Son capaces de cualquier cosa en la alcoba. ¡Larga vida al inventor del viagra!"Me causó gracia su comentario, pero para que vea que no soy indecente, le dije "Jodido viejo verde". El anciano se fue sin despedirse y a los pocos momentos mi ropa ya había terminado de secar. Subí a mi apartamento para ordenar mi ropa y limpiar el resto del lugar cuando de repente suena mi teléfono celular era Laura.
-¿Aló, Clara?
-Hola, Laura. ¿Qué hay de nuevo?
-Nada, guapa, solo te quería preguntar si querías venir a ayudarme con algunos arreglos.
-Claro, iré apenas termine con este chiquero que tengo como apartamento.
-Nos vemos entonces, Clara.
Me despedí y me puse helada de nuevo, estaba nerviosa por lo que fuera a pasar. Tal vez me mataría o alguna otra extravaganza digno de una psicópata. No hice nada más y partí hacía su casa.

-¡Qué bueno verte, querida, pasa!
Laura me había recibido con una bata muy pequeña que dejaba ver sus muy buenas y tostadas piernas. Cuando volteó para que la siga, pude notar que su redondo y lindo trasero sobresalía de su bata dejando ver un bulto y trabajo a la imaginación.
-Bonito lugar, Laura.
-Gracias, siempre me gusta adornarlo. Evan nunca se toma la molestia ni el tiempo para hacerlo.
-Sí, bueno... ¡hombres!.
-¿No quieres oir un poco de música?
-Bueno.
Y mientras lo hacía ella se agachó para escoger un disco y se mantuvo en una posición de noventa grados por mucho tiempo, pude ver sin dificultad su sexo. Aquello me excito muchísimo y sentí que me estaba mojando. Sonó una música relajante, como las que ponen en las porno, y se volteó para verme.
-Esta música siempre me relaja y saca las tensiones de mi semana. Me dijo cuando se sentó muy cerca a mi costado.
-A mí también. Le dije rapidamente mientras seguía imaginándome que tocaba su mojado sexo con la yema de mis dedos.
-¿Sabes?. Sé que lo hiciste con Evan.
Entré en pánico y dejé notar mi nerviosismo.
-¿De qué, de qué hablas?
-No te hagas, cabrona, está filmado. Qué bien lo gozabas.
-Te lo juro que no tengo id..
Me cortó la palabra cuando agarró mi mano derecha con fuerza y la colocó sobre uno de sus senos que era grande, redondo y suave.
-Quiero que gozes conmigo ahora.
Se sacó la bata de un tirón y se abalanzó sobre mí, besándome freneticamente. Estaba excitadísima. Y yo también.
Quedamos desnudas sobre el mueble de terciopelo y ella se movía sobre mí con movimientos circulares en su cadera. Sentía sus grandes pechos sobre los míos y yo estaba mojadísima. Era la primera vez que tenía una experiencia sexual con una mujer y me encantaba. Entonces empezó a besarme los senos y lentamente llegó a mi sexo que ya estaba muy caliente y mojado. Su lengua palpaba mi clítoris y yo gemía fuertemente de placer. ¡Qué rico, Laura!. Mis pechos estaban muy duros y mis pezones erectos cuando llegué al orgasmo. Entonces, además de devolverle el favor, cambié bruscamente de lugar con ella y empecé a tocar su sexo metiendo dos de mis dedos mientras con el pulgar tocaba su clítoris. Ella se retorcía de placer rogando que no me detenga. Y entonces empecé a pasar mi lengua varias veces por todo su sexo jugoso y tierno, me encantaba excitarla. Lanzó un grito orgasmal que seguramente se escuchó por toda la cuadra y caí rendida sobre sus senos.



Mientras acariciaba suavemente uno de mis pezones con sus dedos me dijo:
-Clarita, Clarita...si supieras.
Me asusté de nuevo, pero no tanto como la última vez.
-¿Si supiera qué, Laura?
-Si supieras que Evan y yo todo este tiempo hemos esta..
Su voz emitió un sonido molesto justo cuando iba a decírmelo.
-¿Qué fue lo que dijsite?. No te entiendo.
-Digo que Evan y yo te hem...
El molestoso sonido de nuevo ahora sonaba por todos lados.
-¿Qué está pasando? ¿Y ese sonido?
-Despierta, Clara, ¡joder! llegaremos tarde a clases.
Era el despertador y mi compañera de cuarto que estaba moviéndome y gritándome.
-Wow... las sábanas están mojadas. ¿Qué has soñado, zorra?
Desde ese momento me prometí a mí misma no volver a ver una porno sola y conseguirme urgentemente un novio (o novia).

sábado, 20 de agosto de 2011

Evan

  Hace unos meses que me he mudado a esta conglomerada y bulliciosa ciudad para rehacer mi vida y olvidar a mi antiguo novio que terminó engañándome con su mejor amigo (tal vez eso explique las pocas ganas que tenía de tocarme). Conseguí trabajo en un restaurante nocturno de buen prestigio y gano lo suficiente como para comprar libros y poder sobrevivir. Me considero una persona huraña porque no soy muy fanática de ir a fiestas o tomar tragos con amigos. Desafortunadamente, conocí a una chica en el trabajo, Laura, que no comparte mi gusto por la soledad. "Conozco un lugar que te va a encantar, solo va gente de clase alta  y chicos que te comerías con la mirada, anímate, Clara", me dijo el otro día. Al principio me negué a ir inventando excusas tontas, pero ella insistió y terminó convenciéndome.

El día que fui al bar con Laura y con sus amigas (que parecían que pensaban igual que ella), vestía unos atuendos que Laura me había prestado, poco formales para mi gusto porque me quedaba muy pequeño y pegado. Llegamos a nuestro destino, un bar alumbrado con luces de neón y ambientado con música electrónica con tonos repetitivos y adictivos. Nos fuimos a sentar en los bancos de la barra y Laura me pidió un trago un trago de color azul y, como si leyera mi mente, me dijo el nombre del brebaje "Se llama piscina, te gustará". Al principio estuvo un poco amargo pero luego sentí la frescura y el leve ardor en la garganta.  Luego de un rato, llega un tipo de cabello corto y barbas castañas que apenas se notaban, esbelto, piel tostada y ojiverde. "Este es mi novio, Evan", dijo Laura. La piel se me erizó cuando Evan me estiró la mano y me miró con esos ojos salvajes. En poco tiempo, la música se tornó lenta y Laura y Evan empezaron a bailar muy pegados, con movimientos suaves y sensuales. Parecía que ya estaban encendidos porque se besaban más seguido y apasionadamente. Al menos Laura sí lo estaba: sus pezones sobresalían de su ajustado vestido.

Laura y su novio me llevaron en auto hasta la puerta del edificio y se despidieron rápidamente dejando el humo gris y el sonido del auto veloz.

Voy a ser sincera, el tan solo imaginarme a Laura y su novio tan atractivo gozando de placer toda la noche, me puso cachonda. Pero no me quedó de otra más que distraerme leyendo hasta que me dio sueño.

A la mañana siguiente me levanté recordando que tenía que ir a la lavandería del sótano para lavar la ropa sucia amontonada durante la semana. Así que, en pijamas aún, bajé hasta llegar al sótano lleno de lavadoras que, milagrosamente, estaban apagadas. No había ningún solo ruido. Tranquilamente, tiré mi ropa dentro de lavadora y le eché un par de monedas para que funcionara. Entonces me senté frente a ella a esperar mientras veía como mi ropa daba vueltas. Pensaba en lo bien que debió haberlo pasado Laura ayer con Evan, que no sale de mi mente y cada vez que trato de borrarlo, aparece más. De un momento a otro, la lavadora empezó a moverse violantemente y a hacer ruido. Se me ocurrió una idea, que por estar sola, me había incitado. Me desnudé lentamente, me sentía caliente por dentro pero helada por fuera, el miedo de que alguien me vea me excitaba más. Quedé completamente desnuda y me senté sobre la lavadora que seguía moviéndose y vibrando. Pasé mis dedos por mis senos que ya estaban duros, masajeando mis pezones erectos, mi mano acariciaba lentamente el resto de mi cuerpo, mi vientre y mi sexo que ya estaba mojado, jugoso y caliente. Movía dos de mis dedos de mi mano derecha en forma circular sobre mi clítoris y me mordía los labios para no dejar salir un gemido orgasmal. Tenía los ojos cerrados y me sentía  extasiada, muy cachonda, imaginándome al novio de Laura penetrándome con ese falo grueso y grande sin piedad y con violencia. "¡¡¡Ahhh!!!", solté un gemido estrepitoso e inmediatamente me tapé la boca con la mano izquierda. Alterada por el hecho de que alguien tal vez me haya oído, me vestí muy rápido y saqué la ropa de la lavadora que ya había terminado de secarse. Casi corriendo, me fui hasta mi apartamento para luego ir hasta la cocina y tomarme un vaso con agua tibia para que se me pase.

Laura no fue a trabajar al día siguiente, pero me mantuve en un estado lacónico y me dediqué a trabajar solamente. No pasó nada extraordinario en la jornada y fui la última en cerrar el local. Justo después de asegurar con muchas llaves la puerta principal, me encontré con Evan. Estaba parado frente de mí, muy abrigado, y con los ojos brillantes por el reflejo de la luna. Me paralicé.
-Hola, eres Evan, ¿verdad?
-Novio de Laura, sí. De hecho vengo por parte de ella.
-¿De veras? ¿qué es lo que le pasó?
-Quiere que vayas a casa, dice que ahí te lo explicará. Yo te llevaré en mi auto. -Dijo mientras sonreía apaciblemente. Me moría por arrancarle esa ropa que no tiene sentido en su cuerpo.
-Está bien, vamos.
Su auto arrancó y llegamos a la carrera hasta la casa de Laura.

Cuando llegamos, no había nadie en casa. Evan intento llamar en vano a Laura varias veces. "Seguro salió por unos bocadillos. Siempre se preocupa por agradar a los invitados"dijo después de gritar. Me invitó a pasar a la gran sala de estar donde había una fogata, tres muebles de terciopelo y una alfombra en el medio. Eso y estar sola con él, me excitó un poco (Evan no podía notar eso por ningún motivo).
-¿Quieres un poco de vino?-me preguntó.
Esa propuesta me pareció muy tentadora y es conocida por muchos como el afrodisiaco del sexo. Acepté.
-Bueno, pero solo un poco: no quiero llegar mareada a mi casa.
-¿Cada cuánto tiempo te das este gusto?. No seas aguafiestas.- Y me sirvió la copa llena.
Brindamos y tomamos el vino oscuro y morado. Estaba delicioso y me excité más de lo que ya estaba. Mis pezones sobresalían esta vez de mi suéter. Evan se dio cuenta.
-¿Tienes frío?. Puedo poner más leña en la fogata si quieres.
-No, en realidad tengo calor.- le respondí sin pensar y me saqué lentamente el suéter dejando notar mi blusa blanca casi transparente y mis pezones erectos.
Evan se acercó lentamente y me beso la oreja dejando oír un ligero gemido. Yo empecé a temblar, y él empezó a buscarme los labios con los ojos cerrados y nos besamos violentamente mientras él tocaba mis senos con sus grandes manos. Lo quise detener en vano diciéndole que podía llegar Laura, pero no me hizo caso, me tiró sobre el sofá de terciopelo y se puso sobre mí, atacándome como un tigre. Mis latidos iban a miles de kilómetros por hora y levantaba mi cuerpo de placer. Mientras agarraba su cabeza con mis manos el exploraba su cuerpo con sus labios húmedos y su lengua que ya podía sentirla por mi vientre. Perdí el sentido del tiempo, estaba demasiado excitada y de pronto estábamos desnudos sobre la alfombra. Yo me puse de rodillas y el detrás de mí, mientras me tocaba los senos fuertemente, me penetraba y yo tocaba sus muslos duros. El calor de la fogata nos abrazaba y nos mantenía calientes mientras nos movíamos con pasión. Todo sucedía con magia. El se echó boca arriba y yo me senté en su falo que estaba completamente erecto y duro. Así lo cabalgué mientras mis senos rebotaban y el los agarraba y daba silenciosos gemidos de placer. De pronto, en la misma posición, nos pusimos más rápidos y violentos. Estábamos llegando a la cúspide del orgasmo y yo gemía como nunca lo había hecho antes. Eyaculó dentro de mí y sentí su espeso y caliente semen. El mejor orgasmo que tuve en mi vida fue el de aquel día.

Agitados y sudando, apoyé mi cabeza sobre su fornido pecho mientras el me sostenía del hombro. Con una voz débil producto de estar satisfecho me dijo:
-Hay algo que debes saber.

(continuará...)

Lee la segunda parte: Laura