domingo, 2 de septiembre de 2012

A escondidas y en silencio (microrrelato)


-¿Estás segura que no nos escucharan?
-Sí, tranquilo, estamos como que al otro lado de la casa.
-No sé... tu mamá me miraba con una cara de poco amigos.
-No te preocupes, ella es así con las personas que recién conoce.
-Está bien pero promete no hacer tanta bulla.
-Sabes que eso no depende de mí- me dijo mientras se acercaba a mis labios y llevaba su mano a una de mis nalgas.

Nos estuvimos besando un buen rato, empezando con caricias, roces y jadeos. Luego nos dirigimos al sofá y seguimos devorándonos con los labios. Ella se sentó sobre mí de tal manera que sus senos quedaron a la altura de mi rostro y sus pezones apuntaran a mis labios. Metí mi mano por debajo de su blusa y con una cautela de serpiente llegué a tocar uno de sus senos, que ya estaban rígidos. Quería  saborear sus tetas, ya no resistía más. Le quite el polo y con las manos exprimí sus senos mientras mi lengua revoloteaba sin control sobre el aura que rodeaba su pezón. Ella soltaba leves gemidos de placer. Poco a poco mis labios fueron subiendo hasta sus hombros, su cuello, una pequeña mordida en la oreja. Mi falo estaba a punto de hacer un agujero en mis pantalones. Ella al parecer se dio cuenta y dirigió una de sus manos hacía mi paquete mientras nos seguíamos besando. “Qué rico, está bien durita”. Me fue besando y rozando sus uñas por mi pecho hasta que llegó a mis pantalones y los quitó con una paciencia y una sonrisa en los labios como niña que abre un regalo de navidad. Cuando terminó de quitarme los calzoncillos cogió mi falo con su delicada y suave mano, lo dirigió hacía sus labios, le dio un beso y empezó a masturbarme, mirándome a los ojos, mientras esta vez empezaba a sentir su boca devorando toda mi verga tiesa lentamente. Se sentía caliente y cuando pasaba la lengua por el tronco me daban ganas de clavárselo de una sola vez. Ella se paró, se quitó las bragas rápido y despacio se sentó sobre mi verga que ahora entraba en su jugoso y prieto coño. Estaba cabalgando en mi falo, y en su cara se notaba que lo disfrutaba muy placenteramente, con los ojos cerrados y con la boca ligeramente abierta de donde salían inaguantables gemidos. Se pegó a mi oído y empezó a gemir más fuerte mientras que esta vez yo la sujetaba de la cintura para clavárselo cada vez más rápido y con más fuerza. Sus senos rebotaban sin parar y ella ya empezaba a sudar. Estábamos ardiendo en placer. Mordí uno de sus pezones y ella emitió un grito de dolor mezclado con placer, lo que ocasionó que yo lo hiciera aún más rápido. “Hazme venir, hazme venir, no pares, vente en mí”. La tumbé boca arriba en el sofá, ella envolvió sus piernas y la penetré con una fuerza hercúlea mientras ella clavaba sus uñas en mi espalda y se quedaba sin aliento al mismo tiempo que se estremecía. Nos corrimos y nos quedamos un momento recostados mientras salíamos de ese estado de éxtasis; pues, nos teníamos ganas desde que nos vimos esa noche, después de tres años.
-Ya vístete que tenemos que regresar, los invitados están afuera.- me dijo mientras se sentaba y buscaba su ropa interior en el piso.
-De acuerdo, petite, vamos- y también empecé a buscar el resto de mi ropa.