martes, 3 de enero de 2012

La primera vez

 Tenía 17 años, de cabello claro, lacio y largo, ojos pardos, bastante desarrollada para mi edad. "Una princesa" como decía mi novio para eso entonces, Jhon. Él tenía 19 años, un chico atento y, sobretodo, muy paciente.

A pesar de ser virgen, estaba muy informada en cuánto educación sexual. Estaba al tanto de los métodos anticonceptivos y de todos los "rumores" para no dejarme engañar. Por suerte, mis ciclos siempre han sido regulares así que me podía guiar de mis días fértiles. No debía de confiar mucho en eso, pues, la naturaleza es sabia pero cada cuerpo tienes sus detalles.

Llevaba ya 4 meses con mi novio y los besos apasionados junto con ligeras caricias en mis senos era todo el "sexo" que teníamos. Él había estado con otras chicas pero aún así no tenía mucha experiencia en el juego del amor. Pobre, estaba desesperado pues, solo podía calmarlo con mis manitos masturbándolo (que solo me animaba a hacerlo si el llevaba mi mano a ese lugar). Pasaron los días y poco a poco me fui animando a ampliar nuestro aspecto sexual.

Una noche, estábamos caminando por el malecón, nos habíamos ido a tomar unos helados y fuimos a parar a un parque donde solo se pueden ver parejas besándose algunas con ternura y otras con pasión hasta violenta. Nos sentamos en una banca pintada de garabatos (amores eternos encerrados en corazones flechados, pequeños poemas improvisados e incluso dibujos obsenos). Estuvimos besándonos por un largo rato mientras él se cogía de mi cintura suavemente con sus dos manos y una hermosa luna que nos contemplaba desde lo alto del firmamento nos invitaba a pasar un caluroso momento. Mediante iban pasando los juegos, se estaba despertando en mí lo que sería excitación o, en dicho en otras palabras, me estaba calentando con las cosas que me hacía Jhon (ya para esos tiempos, las caricias en mis senos eran algo que deseaba muy ansiosamente y en más de una oportunidad había sentido sus manos en mis desnudos muslos que solo retiraba cuando notaba que sus dedos querían irse un poco más allá de lo debido). No podía más, quería sentir su piel, buscamos dónde escondernos y encontramos unos arbustos en forma de cueva. Entramos a nuestro refugio gateando y mi trasero, en esa posición, tentó mucho a mi novio que estaba detrás de mí. Se abalanzó sobre mí, me sacó violentamente el pantalón, dejando mi trasero tapado solo con mis bragas, me abrazó dejándome boca abajo y mi colita a su disposición. Podía sentir lo duro que estaba su falo sobre mi trasero. Me di vuelta y me besó con ternura. La luz de la luna iluminaba mi rostro que mostraba una sonrisa haciendo entender a John que podía continuar con lo que estaba haciendo. No tardó mucho en terminar de sacarme el pantalón para poder acariciar mi piel. Estaba empezando a excitarme y me animé a tocar su falo (que hasta el momento era él el que me llevaba a ese sitio) y comencé a masturbarlo. El aprovecho aquel momento para meter su mano bajo mis bragas pero lo detuve antes de que pudiera hacerlo. Él insistió pero le seguí quitando la mano. Decidió acariciarme sobre mis bragas, su dedo estaba sobre mi clítoris y sus caricias en forma circular que estaba recibiendo empezaron a provocar algo que nunca había sentido. "Estás muy mojada. ¿Ya lo ves qué es rico?". Sí que estaba mojada y sí que era rico, pero estaba asustada no por las caricias, sino por todo su tronco que mi mano encerraba y qué cerrada no llegaba a cubrir. Era realmente grueso. Me dolía de solo pensarlo, él estaba sobre mí y yo temblaba de miedo. De a pocos, me fue quitando las bragas hasta la altura de mis rodillas. Sus caricias sobre mi clítoris fueron más intensas e intentó penetrarme con sus dedos. 
-¡No!-  le dije fuertemente. 
-Pero, ¿qué pasa?, no me vas a hacer llegar hasta aquí para renunciar- me dijo un poco disgustado.
-Es que no puedo hacerlo, no es el momento aún... creo.- le dije casi sollozando.
-Tranquila, tranquila...ya, no importa, no importa.
Ese día quedamos en que lo haríamos el día que llegara la primavera.


Pasamos días en donde nuestras manos se perdían en la oscuridad de aquel parque entre besos y susurros al oído hasta que llegó el 21de septiembre. Ya estaba todo planeado: mis padres se iban a la casa de mis tíos y ya me quedaría en mi casa porque "tenía muchas tareas que hacer". La casa iba a estar reservada solo para los dos a partir de las 3pm, después del almuerzo. Cuando Jhon llegó, me llenó de besos y de caricias. Fuimos, con los ojos entreabiertos, a mi habitación y me quitó la ropa. Solo quedaba mi sujetador y mis bragas cuando él empezó a desvestirse. Me sentó y sus manos recorrieron todo mi cuerpo. Estaba empezando a sentirme caliente y quedamos completamente desnudos y yo completamente mojada lista para ser penetrada. Se acostó sobre mí y un "despacito"escapó de mis labios. Separó mis piernas, apoyo su enorme verga sobre mi mojado coño dispuesto a cogerme y, muy suavemente, empezó a penetrarme. Quise pararlo, pero tomo mi cintura y me penetró hasta el fondo. Mi gritó rompió el silencio y él empezó a menearse. El dolor era intenso pero el placer lo era muchísimo más. Mis miedos se habían ido y el vértigo que sentía mi cuerpo pedía mucho más. Me retorcía de placer. Era mi primera vez y quería sentir cómo su cuerpo se apoderaba del mío, lo estábamos haciendo sin protección. Estaba tan ardiente que era capaz de hacer cualquier cosa. Aquella cosa enorme entraba y salía de mi coño como si estuviera hecho para ella. El placer había superado el dolor y más cuando eyaculó dentro mío y pude sentir como su semen caliente se esparcía dentro. Quedamos tirados sobre la cama, exhaustos, rendidos. Cuando de repente se escucha un ruido. No habíamos asegurado la puerta y empezamos a vestirnos a la velocidad de la luz. Sentí los pasos rápidos que subían por las escaleras, eran mi hermanita y mi mamá que llegaron justo en el momento en que terminé de ponerme el polo. 

-¿Cómo están, chicos?-preguntó mi madre
-Muertos-dijimos al unisonio. 
-Parecen muy cansados, deben de haber estudiado mucho. Les preparé unos emparedados.- dijo sonriendo- bueno, sigan con lo suyo- y se marchó.
-Ya hemos acabado- dije con una sonrisa pícara dibujada en mi rostro y mirando a John.




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