jueves, 1 de marzo de 2012

La locura perfecta


   Era una noche normal de vacaciones, estaba haciendo tic-tac con los momentos que componían el día monótono. Fumando un cigarrillo rubio bajo el cielo estrellado, caminando por un parque pequeño que estaba mayormente cubierto por césped hasta que vi una banca de madera y se me antojó sentarme. Tenía los audífonos puestos escuchando a Pink Floyd y no podía escuchar nada a mí alrededor, solo me perdía por completo en el melodioso piano de The Great Gig on the Sky, aspirando la nicotina y expulsando el humo transparente del cigarro. Mi pequeño nirvana se interrumpe cuando siento que una mano me sacude desde el hombro.
-...llamando desde la esquina-fue lo único que escuché al sacarme los audífonos.
-Lo siento, ¿qué dijiste?- le pregunté a la chica que había aparecida de repente y que no podía apreciar lo suficiente porque estaba muy oscuro.
-Dije que te estaba llamando desde la esquina, Rafael. 
-¿Y tú eres...?
-Soy Alejandra, nos conocimos en secundaria ¿lo recuerdas?.
En ese momento se acercó un poco más hacía mi rostro y la reconocí pero aún así me costó trabajo reconocerla, pues, había cambiado desde aquella época escolar. Había perdido peso considerablemente, tenía el cabello más ordenado, labios pequeños y rosados y una mirada muy viva que ahora expresaban sus ojos hacía los míos. 
-Claro, Alejandra... estuvimos estudiando solo hasta tercero de media. ¿Qué pasó contigo?
-Me cambiaron de colegio, a mis padres no le parecieron suficiente la exigencia académica de aquella escuela. 
Y durante bastante rato estuvimos charlando sobre nuestro pasado, cosas banales y hasta clichés.
-¿Y qué haces por estos lugares?- le pregunté
-Vengo de la casa de mi novio, vive cerca de este parque que por alguna extraña razón siempre quise conocer. Llevamos cinco meses hasta hoy.
-Qué bien... qué bien- le dije sin ningún ánimo de que me importa y asintiendo la cabeza. Prefería que ella hable porque de esa manera podía contemplarla más tiempo. 
-Escuché que tenías un blog- me dijo de manera curiosa.
-Escuchaste bien, tengo tres y últimamente estaba escribiendo en el que es erótico. Ya no escribo hace tiempo.
-Jajajá. Relatos que escapaban de tu basta imaginación.
-Y de los tiempos que tenía enamorada.
-Guao... te hice recordar.
-Jajajajajá. Me hiciste recordar que me gané problemas por eso
-¿Qué clase de problemas te pueden ocasionar unos relatos?
-Solo me dijo que la estaba perjudicando socialmente.
-¿Y por qué se separaron?
-Larga historia. Éramos muy pasionales o un par de enfermos como nos decían muchos.
-Yo aún no tengo nada con Jhonatan, mi enamorado. Pienso que se da con el tiempo y ya llevamos cinco meses. Aunque... últimamente nos sentimos más propensos a hacerlo.
-¿Y qué estás esperando? ¿El matrimonio? Jajajajá. No en este siglo.
-¿Sabes?. Me propuso casarnos.
-Qué inocente e incrédula-pensé- Tal vez solo es una manera de convencerte a llevarte a la cama.
-Sí, lo mismo digo. Le dije que no, que esperara que yo se lo pida. Se lo voy a pedir el domingo si llueve.
-Jajajá. Buena suerte entonces.
Aburrido de sus cursilerías, le dije que tenía que irme y me dejó su número de celular. Al momento de que se levantó quedé sorprendido por sus curvas, sus redondeados y notorios pechos, el pantalón pegado que sobresaltaba sus largas y contorneadas piernas. Aquella noche se me hizo difícil dormir.
Pasaron unos días y mi celular empezó a timbrar mostrando el nombre de Alejandra en su pantalla. Le contesté y me preguntó por mi estado de ánimo que, como todas las personas, esperan a que conteste que estoy bien. 
-Ayer fue día de lluvia, lo cité cerca de mi casa a eso de las 10 pm y yo estaba con un vestido corto.
Imaginármela con un vestido corto no fue nada difícil. 
-¿Y qué pasó?
-Él llegó y nos empezamos a besar un buen rato, entonces el me alzó y empecé a morder sus labios.
-Suena delicioso.
-Lo fue, la calle estaba vacía.
-¿Y pasó  algo?
-Él toco con sus manos mi pecho y yo le pregunté qué es lo que estaba haciendo y me dijo “buscando tu pezón” y yo le ayudé a hacerlo. Estábamos muy excitados y todo pasaba bajo la lluvia.
-¿Estás tratando de encenderme? Porque lo estás logrando.
-Jajajajá. Noooo, nooo, para nada. Acostumbro a citarlo de noche cerca a mi casa. Ahora sus labios están hinchados.
-Me solía pasar esos de los labios hinchados.... describes bien.
-Jajajá. Me encanta decirle “puedes hacer de mí lo que quieras”. ¿Y tú qué hacías con tu ex enamorada?
-Nos manoseábamos en todos lados, lo hacíamos en todos los lugares qué podíamos. A escondidas de nuestros padres, en el baño de la casa de algún amigo que hacía una fiesta.
-Vaya, te divertías entonces... bueno, me tengo que ir. Te llamo otro día, adiós.
Y colgó el celular sin dejar que me despida de ella.

Durante varios días estuve pensando en ella, en su cuerpo. En como se había dejado tocar y los susurros calientes que le decía a su enamorado en el oído. 
Esta vez pasaron semanas y yo estaba solo en mi habitación, echado sobre mi cama fumando cannabis con mi pipa y escuchando el disco completo de The Dark Side Of The Moon. Me sentía como si flotara mientras escuchaba los gritos de la soprano emitidos por mis potentes parlantes. De pronto, siento que mi celular vibra en mi pierna, dentro de mi bolsillo, lo saco y veo el nombre de Alejandra en la pantalla.
-¿Aló?
-Hola, Rafael, estoy cerca del parque donde nos vimos la última vez. ¿Nos podemos ver?. Necesito contarte algo.
-Claro, estaré ahí en seis minutos. Nos vemos ahí, en la misma banca.
-Adiós
Llegué al lugar de encuentro y de tan solo verla, me provocó una erección. Tenía una sonrisa en el rostro y una falda corta. Nos sentamos para comenzar nuestra charla. 
-Tus ojos están un poco rojos- me dijo
-Es que acabo de levantarme.
¿Te levanté?. Lo siento muchísimo. Odio hacer eso.
-No es nada. ¿De qué querías hablarme?
-Lo llegue a hacer.
-¿Y te gustó?
-Déjame contarte. Fue mi primera vez y la de él también.
-Sí... claro, su primera vez-pensé- ¿y estuvo bueno?
-No lo pudimos hacer en su casa ni tampoco en la mía.
-¿En un hotel entonces?
-Todo el catorce de febrero la pasamos en un cuarto de hotel.
-Qué bien... entonces la pasaste muy bien durante horas.
-Sí
-Te envidio, hace meses que no tengo ese tipo de aventuras y creo que ya me está haciendo falta.
-Lo hicimos varias veces... fue como si nos hubiéramos tenido hambre o algo así.
-Qué rico.
-Él me tocó todo. Hubo un momento que me cargó y me llevó hacía la ducha.
No podía más, mis pantalones estaban a punto de reventar. Temía que note mi enorme erección.
-¿Y qué más pasó?
-Me tocaba todo, me empezó a morder los senos. En realidad yo se lo pedía. Te diría exactamente cuántas veces lo hicimos pero perdí la cuenta.

Me sorprendió la confianza que me había dado para contarme todo eso. La estaba deseando muchísimo en esos momentos, quería tocarla, sentirla.
-Creo que también tengo ganas de hacértelo- le dije sin pensar en las consecuencias de aquella frase.
-Jajajá. ¿Enserio?- dijo tornándose muy roja y riéndose nerviosamente.
-Perdóname, me he pesado, lo siento mucho.
-No te preocupes... ¿creo?
-Es más excitante, creo, hacerlo con un amante. Hay más pasión, más fuego.
-Yo pienso lo mismo.
-El corazón bombeo más rápido la sangre que recorre por tus venas a una velocidad increíble. Provocándote unas ganas insaciables de sexo.
-Por lo prohibido que es.
-Exacto, nadie se enteraría, no tenemos amigos en común... ¡Puta madre!. Perdóname de nuevo, esta vez sí me he pasado. Soy un descarado.
-Jajajá. Pero es cierto, no tenemos amigos en común. Sería un gran secreto.
-Como tú quieras llamarlo. Es excitante de tan solo pensarlo.
-Lo es. Sería la locura perfecta.

De pronto acerqué mis labios a su rostro lentamente y con los ojos cerrados empezamos a besarnos lenta y apasionadamente. Me pasó el brazo por el cuello, me dejó de besar por un segundo y en el oído, susurrando, me dijo: “tócame, tócame todo lo que quieras”. Y mis manos se fueron directo a sus redondos senos, apretándolos mientras la besaba ahora más violentamente y ella daba suspiros de placer. Sin darme cuenta, con su mano izquierda, empezó a frotar mi falo sobre mis pantalones. Hice lo mismo con una mano y la pasé suavemente por su pierna hasta llegar a sus bragas. Estaba bastante húmeda.
-Estás muy mojada- le dije susurrando.
-Sí...- me lo dijo, muy bajo. Su excitación la había vencido.
-Vamos a mi casa.- Le dije mientras le besaba el cuello y la frotaba sobre las bragas. 
-No, no, no puedo ahora.
-¿Por qué no?- y la dejé de besar y acariciar.
-Loquito, se paciente. Tengo que llegar temprano a mi casa.
Estaba realmente enojado por aquel corte pero no lo quise expresar.
-Bueno, está bien... ¿cuándo nos vemos entonces?.
-Sé paciente, yo te llamaré.
-Está bien, está bien. Bueno, me tengo que ir.
-¿No me vas a acompañar a la parada de autobús?
-No, lo siento. Chau.- y me fui controlando mi ira por dentro.
Esa noche apagué mi celular y solo me quede encerrado en mi habitación en la cama con los brazos cruzados sobre la almohada mirando el techo y recordando todo lo ocurrido. Sin darme cuenta, me quedé dormido en poco tiempo.
No prendí mi celular hasta la tarde del día siguiente. Tenía un nuevo mensaje de voz:
“Hola, Rafa, solo quería decirte que me provocaste mucho ayer y no pude dejar de pensar en ti toda la noche. Siento mucho haberte dejado con las ganas. Devuélveme la llamada para quedar de nuevo y enredarnos en las sábanas. Un beso... donde quieras”.
(Continuará)

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